Me pregunto si de verdad hay alguien que escucha, observa y lee al otro lado de la pantalla. Hacemos exposición pública de nuestro diario acontecer y algunos pensamientos que no dejamos que se escabullan por el desagüe del tiempo. Y nos complacemos en nuestro relato y las atrevidas frases que hemos escrito al abrigo fresco y estimulante de un Donosti: tónica, bayas de enebro, flor de hibisco, cardamomo y Seagrams americana... Llanuras de Ohio hacia Illinois para llegar a las orillas del Lago Michigan, donde arroja Chicago su enorme sombra de humanidad en los rascacielos.
¿Hay alguien tras esa pantalla en la que vemos nuestro reflejo desvaído? ¿La plasmática ventana por la que nos asomamos hoy al mundo?
No lo se. No lo sabemos. No los sabe. Pero no evito contactar casi a diario y poner tres o cuatro frases a vuela pluma. Una foto. Una canción. Un poema.
Una barbaridad.
Las locuras del corazón son buenas como desahogo. Sin embargo, tienen consecuencias. Cotraindicaciones... tal y como reza en los prospectos de los medicamentos. Te curan el dolor por un lado al tiempo que te hacen un agujero en las entrañas. Yo he seguido caminos arriesgados y me he estrellado contra los muros de la incomprensión. También de la crueldad. Me he encontrado con personas que yo imaginaba faltas de toda ruindad, dando pábulo a chismes de corruptos. Mujeres de bandera que me han gustado dejándose llevar por la ola de la podredumbre. Nada de modelos al uso con demasiada anorexia encima y muy escaso entendimiento, sino mujeres de verdad, con carácter, fuertes, corredoras... femeninas, hermosas, contundentes, guapas.
No lo entiendo.
De manera que tras la huida más o menos exitosa del frente de batalla, he de sumergirme con pasión en mis artesanas dotes de músico de las llanuras. Buscar algún sentido a tanto bombardeo y tanta mala leche escondida en los obuses. Leo a Jack Kerouac y me consuelo en su alucinante viaje a través de américa; lo que después sería la famosa Ruta 66, Nueva York, Chicago, Denver, San Francisco (por Los Ángeles o Salt Lake City). Me sumergo en la lectura americana de John Steinbech y esas ventanas al Oeste de mi corazón y mis anhelos.
Música y remotas canciones. Relatos y poesía. Imágenes de mi mismo en la frontera de mi corazón. Locuras del corazón. Belleza. Sentimientos. Rutina. Viaje.
FOTOS
1) Puente cerca de Monterey, CA, entre San Francisco y Los Angeles, condado de Salinas. (La carretera del Pacífico)
2) LAS UVAS DE LA IRA, JOHN STEINBECK
3) CANNERY ROW, JOHN STEINBECK
FOTOS
1) Puente cerca de Monterey, CA, entre San Francisco y Los Angeles, condado de Salinas. (La carretera del Pacífico)
2) LAS UVAS DE LA IRA, JOHN STEINBECK
3) CANNERY ROW, JOHN STEINBECK